el tres de mayo - Hechos 15.22-41, Jueces 1 y Job 33

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La carta a los no judíos

Hechos 15 22Los apóstoles y los ancianos, con toda la iglesia, decidieron escoger algunos de entre ellos y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Bernabé. Nombraron a Judas, que también se llamaba Barsabás, y a Silas, hombres de importancia entre los hermanos, 23y con ellos mandaron la siguiente carta:
"Nosotros los apóstoles y los ancianos hermanos de ustedes saludamos a nuestros hermanos que no son judíos y que viven en Antioquía, Siria y Cilicia. 24Hemos sabido que algunas personas han ido de aquí sin nuestra autorización, y que los han molestado a ustedes con sus palabras, y los han confundido. 25Por eso, de común acuerdo, nos ha parecido bien nombrar a algunos de entre nosotros para que vayan a verlos a ustedes junto con nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo, 26quienes han puesto sus vidas en peligro por la causa de nuestro Señor Jesucristo. 27Así que les enviamos a Judas y a Silas: ellos hablarán personalmente con ustedes para explicarles todo esto. 28Pues ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes ninguna carga aparte de estas cosas necesarias: 29que no coman carne de animales ofrecidos en sacrificio a los ídolos, que no coman sangre ni carne de animales estrangulados y que eviten los matrimonios prohibidos. Si se guardan de estas cosas, actuarán correctamente. Saludos."

30Así que ellos, después de despedirse, se dirigieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación le entregaron la carta. 31Cuando los hermanos la leyeron, se alegraron mucho por el consuelo que les daba. 32Y como Judas y Silas también eran profetas, consolaron y animaron mucho con sus palabras a los hermanos. 33Al cabo de algún tiempo, los hermanos los despidieron con saludos de paz, para que regresaran a quienes los habían enviado. 35Pero Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía y, junto con otros muchos, siguieron enseñando y anunciando el mensaje de la buena noticia del Señor.

Pablo se separa de Bernabé

36Algún tiempo después, Pablo dijo a Bernabé:
--Vamos a visitar otra vez a los hermanos en todas las ciudades donde hemos anunciado el mensaje del Señor, para ver cómo están.
37Bernabé quería llevar con ellos a Juan, al que también llamaban Marcos; 38pero a Pablo no le pareció conveniente llevarlo, porque Marcos los había abandonado en Panfilia y no había seguido con ellos en el trabajo. 39Fue tan serio el desacuerdo, que terminaron separándose: Bernabé se llevó a Marcos y se embarcó para Chipre, 40mientras Pablo, por su parte, escogió a Silas y, encomendado por los hermanos al amor del Señor, salió de allí 41y pasó por Siria y Cilicia animando a los hermanos en las iglesias.


Judá y Simeón capturan a Adonisédec

Jueces 1 1Después que murió Josué, los israelitas consultaron al Señor para saber cuál de las tribus debía atacar primero a los cananeos. 2El Señor respondió que Judá debía atacar primero, y que a Judá le entregaría ese territorio. 3Entonces los de la tribu de Judá invitaron a sus hermanos, los de la tribu de Simeón, a unirse a ellos para invadir juntos el territorio que le tocaba a Judá, y después invadir juntos también el territorio que le tocaba a Simeón. Los de Simeón aceptaron unirse a los de Judá, 4-5y así los de Judá invadieron el territorio de los cananeos y el de los ferezeos, a quienes el Señor entregó en sus manos. En Bézec derrotaron a diez mil de ellos, entre los que se encontraba Adonisédec. 6Y aunque Adonisédec huyó, ellos lo persiguieron y lo atraparon, y le cortaron los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies. 7Entonces él dijo: "Antes yo les corté a setenta reyes los pulgares de las manos y los dedos gordos de los pies, y los tuve recogiendo las sobras debajo de mi mesa. Pero ahora Dios me ha hecho a mí lo mismo que yo les hice a ellos." Y lo llevaron a Jerusalén, donde murió.

Judá conquista Hebrón y Jerusalén

8Los de la tribu de Judá atacaron y tomaron Jerusalén, y después de matar a filo de espada a toda la población, quemaron la ciudad. 9Luego atacaron a los cananeos que vivían en las montañas, en la región del Négueb y en la llanura. 10También atacaron a los cananeos de la ciudad de Hebrón, que antes se llamaba Quiriat-arbá, y derrotaron a Sesai, a Ahimán y a Talmai.

Otoniel conquista Debir y recibe a Acsa
(Jos 15.15-19)

11Luego atacaron la ciudad de Debir, que antes se llamaba Quiriat-séfer. 12Y Caleb prometió que al que conquistara Debir le daría por esposa a su hija Acsa. 13El que la conquistó fue Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb; entonces Caleb le dio por esposa a su hija Acsa. 14Pero cuando llegó ella, Otoniel la convenció para que le pidiera un terreno a su padre. Al ver Caleb que Acsa se bajaba de su asno, le preguntó:
--¿Qué te pasa?
15--Quiero que me concedas algo --contestó ella--. Ya que me has dado tierras en el Négueb, dame también manantiales.
Y Caleb le dio los manantiales de arriba y los de abajo.

Conquistas de las tribus de Judá y de Benjamín

16Los descendientes de Hobab el quenita, suegro de Moisés, salieron de la ciudad de las palmeras con la tribu de Judá, y fueron al desierto de Judá, al sur de Arad, donde se quedaron a vivir con la gente de la región. 17Entonces los de la tribu de Judá fueron con los de Simeón, según habían acordado, y atacaron a los cananeos que vivían en Sefat, destruyendo por completo aquella ciudad. Por eso le pusieron el nombre de Hormá. 18Sin embargo, no pudieron tomar Gaza, Ascalón y Ecrón, ni sus territorios vecinos. 19Y aunque el Señor acompañaba a los de Judá, y ellos pudieron conquistar las montañas, no pudieron echar de los llanos a los que allí vivían, porque estos tenían carros de hierro. 20A Caleb le tocó Hebrón, tal como Moisés se lo había prometido, y Caleb desalojó a los tres hijos de Anac. 21Pero los de la tribu de Benjamín no pudieron echar de Jerusalén a los jebuseos que allí vivían. Por eso, hasta el día de hoy, los jebuseos y los de la tribu de Benjamín siguen viviendo juntos en Jerusalén.

Las tribus de José conquistan Betel

22-23Los de las tribus de José decidieron atacar Betel, ciudad que antes se llamaba Luz, y mandaron espías allá. El Señor los ayudaba. 24Y los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad, y le dijeron: "Si tú nos enseñas cómo entrar en la ciudad, nosotros seremos generosos contigo." 25El hombre les enseñó cómo entrar en la ciudad, y ellos mataron a filo de espada a todos los que allí vivían; pero le perdonaron la vida al que les había enseñado el camino y a toda su familia. 26Entonces aquel hombre se fue a la tierra de los hititas y construyó una nueva ciudad, y la llamó Luz, nombre que aún hoy conserva.

Límites de las conquistas de las tribus de Manasés y de Efraín

27Los de la tribu de Manasés no pudieron echar de Bet-seán, Taanac, Dor, Ibleam y Meguido a los que allí vivían, ni a los que vivían en las aldeas cercanas a esas ciudades, así que los cananeos siguieron viviendo en ellas. 28Cuando los israelitas se hicieron más poderosos, lograron someter a los cananeos a trabajos forzados, pero no pudieron desalojarlos.
29Los de la tribu de Efraín tampoco pudieron echar de Guézer a los cananeos que allí vivían, de modo que los cananeos siguieron viviendo entre ellos.

Conquistas de las otras tribus

30Los de la tribu de Zabulón tampoco pudieron echar de Quitrón y Nahalal a los cananeos que allí vivían, de modo que los cananeos siguieron viviendo entre ellos, aunque sometidos a trabajos forzados.
31-32Los de la tribu de Aser tampoco pudieron echar de Aco, Sidón, Ahlab, Aczib, Helbá, Afec y Rehob a los cananeos que allí vivían; y como no pudieron echarlos de esas ciudades, se quedaron a vivir entre ellos.
33Los de la tribu de Neftalí tampoco pudieron echar de Bet-semes y Bet-anat a los cananeos que allí vivían, pero los sometieron a trabajos forzados y se quedaron a vivir entre ellos.
34Los amorreos rechazaron a los de la tribu de Dan hasta las montañas, y no los dejaron bajar a las llanuras. 35Y así los amorreos siguieron viviendo en Heres, Aialón y Saalbim. Pero cuando los descendientes de José se hicieron más fuertes, sometieron a los amorreos a trabajos forzados.
36La frontera de los edomitas iba desde la cuesta de Acrabim hasta Selá, y seguía hacia arriba.


Job 33 1Por lo tanto, Job, escucha mis palabras;
pon atención a lo que voy a decirte.
2Ya tengo en los labios la respuesta:
3voy a hablar con sinceridad
y a decir francamente lo que pienso.
4Dios, el Todopoderoso, me hizo,
e infundió en mí su aliento.

5Respóndeme, si puedes;
prepárate a hacerme frente.
6Tú y yo somos iguales ante Dios;
yo también fui formado de barro.
7Así que no tienes por qué asustarte de mí,
pues no te voy a imponer mi autoridad.

8Me parece que te oí decir
(tales son las palabras que escuché):
9"Yo soy puro e inocente,
y no tengo falta ni pecado.
10Pero Dios busca de qué acusarme,
y me trata como a su enemigo;
11me ha puesto cadenas en los pies,
y vigila cada uno de mis pasos."
12Pero tal afirmación es incorrecta,
pues Dios es más grande que los hombres.
13¿Por qué le echas en cara
que no conteste a ninguno de tus argumentos?
14Dios habla de muchas maneras,
pero no nos damos cuenta.
15A veces lo hace en las noches,
en un sueño o una visión,
cuando los hombres ya duermen,
cuando el sueño los domina.
16Dios habla al oído de los hombres;
los reprende y los llena de miedo,
17para apartarlos de sus malas obras
y prevenirlos contra el orgullo.
18Así los libra de la tumba,
los salva de la muerte.
19Otras veces Dios corrige al hombre con enfermedades,
con fuertes dolores en todo su cuerpo.
20Todo alimento, aun el más delicioso,
le resulta entonces insoportable.
21La carne se le va desgastando,
se le pueden ver los huesos.
22Su vida está al borde del sepulcro,
a las puertas de la muerte.

23Pero si hay cerca de él un ángel,
uno entre mil que hable en su favor
y dé testimonio de su rectitud,
24que le tenga compasión y diga a Dios:
"Líbralo de la muerte,
pues he encontrado su rescate",
25entonces su cuerpo recobrará la salud
y volverá a ser como en su juventud.
26Hará súplicas a Dios, y él lo atenderá;
con alegría verá a Dios cara a cara,
y cantará a los hombres la bondad de Dios.
27Dirá: "Pequé, cometí injusticias,
pero Dios no quiso castigarme;
28por el contrario, me salvó de la muerte
y todavía puedo ver la luz."

29Así trata Dios al hombre
una y otra vez;
30lo salva de la muerte,
lo deja seguir viendo la luz.

31Escúchame, Job, con atención;
guarda silencio mientras hablo.
32Si tienes algo que decir, respóndeme;
si tienes razón, lo admitiré con gusto;
33pero si no, escúchame en silencio,
y yo te enseñaré a ser sabio.

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