el ocho de octubre - Apocalipsis 8, Nehemías 11 y Salmo 103

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El séptimo sello

Apocalipsis 8 1Cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora.

Las siete trompetas

2Luego vi a los siete ángeles que estaban de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas. 3Después vino otro ángel, con un incensario de oro, y se puso de pie ante el altar; y se le dio mucho incienso, para ofrecerlo sobre el altar de oro que estaba delante del trono, junto con las oraciones del pueblo santo. 4El humo del incienso subió de la mano del ángel a la presencia de Dios, junto con las oraciones del pueblo santo. 5Entonces el ángel tomó el incensario, lo llenó con brasas de fuego del altar, y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto.
6Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocarlas.

Las cuatro primeras trompetas

7El primer ángel tocó su trompeta, y fueron lanzados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra, junto con la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.
8El segundo ángel tocó su trompeta, y fue lanzado al mar algo que parecía un gran monte ardiendo en llamas; y la tercera parte del mar se volvió sangre. 9La tercera parte de todo lo que vivía en el mar, murió, y la tercera parte de los barcos fueron destruidos.
10El tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella, ardiendo como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales. 11La estrella se llamaba Amargura; y la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y a causa de aquellas aguas amargas murió mucha gente.
12El cuarto ángel tocó su trompeta, y fue dañada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas. De modo que una tercera parte de ellos quedó oscura, y no dieron su luz durante la tercera parte del día ni de la noche.
13Luego miré, y oí un águila que volaba en medio del cielo y decía con fuerte voz: "¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando suenen las trompetas que van a tocar los otros tres ángeles!"


Los habitantes de Jerusalén
(1  Cr 9.1-34)

Nehemías 11 1Las autoridades de la nación se establecieron en Jerusalén; y el resto del pueblo echó suertes para que una de cada diez familias fuera a vivir a Jerusalén, la ciudad santa, mientras que las otras nueve se quedarían en las demás poblaciones. 2Luego el pueblo bendijo a todos los que voluntariamente se ofrecieron a vivir en Jerusalén.
3A continuación figuran los jefes principales de los repatriados que establecieron su residencia en Jerusalén. En las ciudades de Judá se establecieron los israelitas, los sacerdotes, los levitas, los sirvientes del templo y los descendientes de los sirvientes de Salomón, cada uno en su respectiva población y propiedad.
4Algunos de Judá y Benjamín que se establecieron en Jerusalén fueron, por parte de Judá: Ataías, que era hijo de Ozías, que era hijo de Zacarías, que era hijo de Amarías, que era hijo de Sefatías, que era hijo de Mahalalel, descendiente de Fares; 5y Maaseías, que era hijo de Baruc, que era hijo de Colhozé, que era hijo de Hazaías, que era hijo de Adías, que era hijo de Joiarib, que era hijo de Zacarías, que era hijo de Siloní. 6El total de los descendientes de Fares que se quedaron a vivir en Jerusalén fue de cuatrocientos sesenta y ocho, todos ellos hombres de guerra.
7Por parte de Benjamín: Salú, que era hijo de Mesulam, que era hijo de Joed, que era hijo de Pedaías, que era hijo de Colaías, que era hijo de Maaseías, que era hijo de Itiel, que era hijo de Isaías; 8y sus hermanos Gabai y Salai. En total: novecientos veintiocho. 9Su jefe era Joel, hijo de Zicrí; y Judá, hijo de Senuá, que era el segundo jefe de la ciudad.
10De los sacerdotes: Jedaías, hijo de Joiarib, Jaquín, 11y Seraías, hijo de Hilquías, que era hijo de Mesulam, que era hijo de Sadoc, que era hijo de Meraiot, que era hijo de Ahitub, el jefe principal del templo de Dios. 12También sus compañeros, que trabajaban en el servicio del templo y eran ochocientos veintidós; y Adaías, que era hijo de Jeroham, que era hijo de Pelalías, que era hijo de Amsí, que era hijo de Zacarías, que era hijo de Pashur, que era hijo de Malquías. 13Sus parientes, jefes de familia, sumaban doscientos cuarenta y dos; y Amasai, que era hijo de Azarel, que era hijo de Ahzai, que era hijo de Mesilemot, que era hijo de Imer. 14Sus parientes, que eran hombres de guerra, sumaban ciento veintiocho personas, y su jefe era Zabdiel, hijo de Guedolim.
15De los levitas: Semaías, que era hijo de Hasub, que era hijo de Azricam, que era hijo de Hasabías, que era hijo de Binuy; 16Sabtai y Jozabad, que eran de los jefes de los levitas, estaban encargados de las obras fuera del templo de Dios; 17Matanías, que era hijo de Micaías, que era hijo de Zabdí, que era hijo de Asaf, era el director del coro que cantaba la alabanza y la acción de gracias a la hora de la oración; Bacbuquías, que era el segundo de la familia, y Abdá, que era hijo de Samúa, que era hijo de Galal, que era hijo de Jedutún. 18El total de levitas que quedaron en la ciudad santa fue de doscientos ochenta y cuatro.
19De los porteros: Acub, Talmón y sus parientes, que vigilaban las puertas ciento setenta y dos.
20Los demás israelitas en general, y el resto de los sacerdotes y levitas, se instalaron en las otras poblaciones de Judá, cada uno en su propiedad; 21aunque los sirvientes del templo, cuyos dirigentes eran Sihá y Guispá, se instalaron en Ofel.
22El jefe de los levitas de Jerusalén era Uzí, que era hijo de Baní, que era hijo de Hasabías, que era hijo de Matanías, que era hijo de Micaías, de los descendientes de Asaf, los cuales dirigían los cantos en el servicio del templo de Dios, 23pues el rey había dado órdenes acerca de los deberes diarios de los cantores.
24El representante ante el rey para cualquier asunto civil, era Petahías, hijo de Mesezabel, que era descendiente de Zérah, hijo de Judá.

Lugares habitados además de Jerusalén

25Algunos de la tribu de Judá se instalaron en Quiriat-arbá, Dibón, Jecabseel, 26Josué, Moladá, Bet-pélet, 27Hasar-sual, Beerseba, 28Siclag, Meconá, 29En-rimón, Sorá, Jarmut, 30Zanóah, Adulam, Laquis y Azecá, con sus aldeas y campos respectivos. Se establecieron desde Beerseba hasta el valle de Hinom. 31Y los de la tribu de Benjamín se instalaron en Gueba, Micmás, Aías, Betel y sus aldeas; 32también en Anatot, Nob, Ananías, 33Hasor, Ramá, Guitaim, 34Hadid, Seboím, Nebalat, 35Lod, Onó, y en el valle de los Artesanos. 36Además, a algunos de los levitas se les dieron terrenos en Judá y Benjamín.


SALMO 103 (102)

Bendeciré al Señor

1Bendeciré al Señor con toda mi alma;
bendeciré con todo mi ser su santo nombre.
2Bendeciré al Señor con toda mi alma;
no olvidaré ninguno de sus beneficios.
3Él es quien perdona todas mis maldades,
quien sana todas mis enfermedades,
4quien libra mi vida del sepulcro,
quien me colma de amor y ternura,
5quien me satisface con todo lo mejor
y me rejuvenece como un águila.

6El Señor juzga con verdadera justicia
a los que sufren violencia.
7Dio a conocer sus caminos y sus hechos
a Moisés y al pueblo de Israel.
8El Señor es tierno y compasivo;
es paciente y todo amor.
9No nos reprende en todo tiempo
ni su rencor es eterno;
10no nos ha dado el pago que merecen
nuestras maldades y pecados;
11tan inmenso es su amor por los que lo honran
como inmenso es el cielo sobre la tierra.
12Nuestros pecados ha alejado de nosotros,
como ha alejado del oriente el occidente.
13El Señor es, con los que lo honran,
tan tierno como un padre con sus hijos;
14pues él sabe de qué estamos hechos:
sabe bien que somos polvo.

15La vida del hombre es como la hierba;
brota como una flor silvestre:
16tan pronto la azota el viento, deja de existir,
y nadie vuelve a saber de ella.
17Pero el amor del Señor es eterno
para aquellos que lo honran;
su justicia es infinita
por todas las generaciones,
18para los que cumplen con su alianza
y no se olvidan de obedecer sus mandatos.
19El Señor ha puesto su trono en el cielo,
y su reino domina sobre todo.

20¡Bendigan al Señor, ángeles poderosos!
Ustedes, que cumplen sus órdenes,
que están atentos a obedecerlo.
21¡Bendigan al Señor todos sus ejércitos,
que lo sirven y hacen su voluntad!
22¡Bendiga al Señor la creación entera,
en todos los lugares de su reino!

¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

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